Queridas hnas. Y hnos. en Cristo:
Estamos celebrando hoy la Solemnidad de la Stma. Trinidad.
Santísima Trinidad
Anoche tuve un sueño muy curioso (y hasta sorprenderte). Está relacionado con la homilía de hoy. Soñaba que el Papa decidía cambiar el dogma de la Stma. Trinidad. Declaraba que ya no se diría de Dios que es tres Personas distintas – Padre, Hijo y Espíritu Santo – en una sola naturaleza divina. Sino que de hoy en adelante sólo se afirmaría de Dios que es Padre e Hijo”, …porque en cuanto al Espíritu Santo éste pasaría a ser como una forma espiritual solamente del mismo Padre o del mismo Hijo, pero no una de las Tres Personas que adoramos como Dios. El propósito del Papa era conocer las reacciones de los fieles: quería ver hasta dónde afectaba en la vida de los creyentes semejante cambio. El Papa presentía que en la mayoría de los fieles esto sería tan indiferente como si sólo se tratara de una noticia más, pero que en absoluto cambiaría el modo de vivir: los creyentes almorzarían tan tranquilos hoy como lo hicieron en el día de ayer.
Tú, ¿Almorzarías tan tranquilo si este sueño fuera realidad?
Sospecho que existe una tendencia común a los cristianos de creer en un Dios que está desligado de sus vidas; un Dios que no parece haber actuado en nuestra historia.
Pero hay un hecho claro: la experiencia de Jesús Resucitado cambió la vida de los discípulos. Aquí hubo un encuentro, una experiencia transformante.
El Viernes Santo eran discípulos miedosos.
El Domingo son testigos valientes.
¿Qué sucedió?
En primer lugar, es Jesús quién se aparece: es su iniciativa. Por lo tanto, una gracia (es una experiencia de gracia)
En segundo lugar, está el asentimiento libre de los discípulos (la S.E. dice incluso que “dudaron”).
Y, en tercer lugar, queda por realizar una misión: el ser testigos.
Aquel Domingo cambió la historia de la humanidad.
¿Ha cambiado tu vida? Esa era la preocupación de fondo que el Papa tenía en el sueño.
Desde este acontecimiento me gusta contemplar y reflexionar sobre el misterio de la Santísima Trinidad.
I.-) ¿Quién es el Padre?¿Cómo se revela (en la Pascua de Resurrección)?
La S.E. nos dice que “Dios – (el Padre) – lo ha resucitado”, Cf. Hch. 2,24, etc.
Es el Dios de nuestros padres: “Abraham, Isaac y Jacob”.
El Padre lo ha constituido Señor y Cristo.
El Padre ha dado su GRAN “Sí” liberándolo de la muerte.
II.-) ¿Quién es el Hijo? ¿Cómo se revela (en la Pascua de Resurrección)?
“Cristo ha Resucitado” nos anuncia el Evangelio (cf. Mc.16,16; Mt.27,64, etc.).
[En San Juan 2,19.21 Jesús ha dicho: “destruyan este templo…”].
El Hijo tiene “Vida en sí mismo” nos Jesús en San Juan (5,26).
El es la Primicia de Nueva Humanidad (Cf. I-Cor.15,20,28).
El Hijo es dador de vida (Cf. Jn.20,21)
III.-) ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Cómo se revela (en la Pascua de Resurrección)?
El Espíritu Santo se nos manifiesta como Espíritu de comunicación.
Porque Vincula al Padre con el Hijo al resucitarlo de entre los muertos.
[(En efecto,) nos dice la I-Carta de San Pedro (3,18) que el Hijo “ha sido vivificados en el Espíritu”.]
También vincula a los hombres con el Resucitado: éstos participan de la vida nueva. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen que: “después de haber recibido del Padre el Espíritu Santo, que había prometido, lo derramó” [sobre toda carne] (Hch. 2,32).
Por lo tanto, el Espíritu no es el Padre: es dado por Él.
No es el Hijo: éste lo recibe y lo da.
El Espíritu es alguien distinto:
[- se debe bautizar no sólo en el nombre del Padre y del Hijo sino también del Espíritu Santo (cf. Mt. 28,19)]
[- San Pablo habla claramente de la gracia del Hijo, el amor del Padre y de la comunión del Espíritu Santo.*
En conclusión, en la Resurrección, la Trinidad se ofrece como unidad:
Unidad del Padre: el Resucitante.
Del Hijo: el Resucitado;
Y del E.S: quien resucita y da vida, es dado y recibido.
Pero la Resurrección sin la Cruz queda vacía;
Y la Cruz sin la Resurrección es una Cruz ciega, sin futuro ni esperanza.
En el tema de la Pasión, la palabra que ayuda entrar en el misterio de la S.T. es “la entrega”.
1) El Hijo se entrega él mismo (cf. Gal. 2,20; Ef. 5,2).
Es un signo de ofrenda por nosotros y de su amor al Padre.
Su grito [en la Cruz] es un signo del abismo de dolor y de destierro para en entrar en nuestro sufrimiento y llevamos a la reconciliación con el Padre.
2) La entrega del Padre está expresada en San Juan con estas palabras: “ha amado tanto al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito para que el que crea no muera sino tenga vida eterna”, (3,16).
[se revela su amor por los hombres en cuanto les ha llamado “amigos”, (cf. Jn. 15,13)].
3) La entrega del espíritu Santo la vemos reflejada en las siguientes palabras de Sn Juan: “inclinando la cabeza entregó su Espíritu”, (19,30). Es el acto supremo: el Hijo entrega el Espíritu al Padre para quedar lejos de Dios, desterrado con los pecadores, para poder entrar juntos con él en la cercanía de Dios, cuando el Padre al tercer día le entregue nuevamente el espíritu.
En conclusión, en la Cruz, la Trinidad se ofrece como unidad:
Unidad del Padre: que entrega a su Hijo;
Unidad del Hijo: que se entrega él mismo;
Y unidad del E.S.: que es entregado por el Hijo;
Y que acogido por Padre.
Por tanto, UNO es el Dios que actúa en la Cruz y en la Resurrección: [como dice Lafont] “en su misterio pascual Jesús nos ofrece la imagen perfecta de la vida trinitaria”
Retomando el sueño que tuve con el Papa cabe preguntarnos si esta historia de Dios – que es una Historia de Salvación y por lo mismo una historia de Amor- ¿qué tiene que ver con nuestra vida? ¿Acaso no sería un almuerzo distinto si al Papa se le ocurriese afirmar una cosa diferente de la que es nuestra experiencia de vida? En otras palabras, es vital la experiencia del encuentro con el Resucitado.
Ahora los invito a este encuentro con él en la mesa de la eucaristía: encuentro que no es sólo con el Hijo que se da; sino también del Padre que lo da; y con el E.S. que nos une y vincula al Padre y al Hijo.
Por un Trapense.

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