Qué es la "noche oscura del alma"

Jorge Minjares Flores

 


La metáfora de la noche oscura de Juan de la Cruz nos recuerda que la experiencia del amor de Dios no es siempre una experiencia punta de la unión de toda la creación. En la noche oscura el amor de Dios se acerca de una manera que parece negarnos. En la noche parece que Dios está contra nosotros. Pero Juan sostiene que nada en el amor es oscuro o destructivo, pero por quienes somos y por la purificación que necesitamos se experimenta el amor como oscuro.

Juan nos da una descripción convincente de los momentos de la vida cuando se desvanecen las consolaciones y orar es imposible. El deseo está aún presente pero se ha agotado buscando liberarse de los ídolos. El teólogo Karl Rahner comentó que todas las sinfonías de la vida permanecen inconclusas. En cada relación, en cada posesión en algún momento surgirá esa sensación de carencia. Esta frustración del deseo y la atracción por algo más allá, es la inquietud que causa la continua invitación de Dios a una unión más profunda.


Cuando los dioses mueren durante la noche, se eclipsa la personalidad. Carl Jung, el psicólogo, dijo que no podía distinguir los símbolos de dioses de los símbolos que representan al ser humano. Cuando una persona pierde su Dios-símbolo la personalidad comienza a desintegrarse. Esta afección oscura permanece hasta que emerge un nuevo símbolo-Dios o se establece una nueva relación con el símbolo-Dios antiguo.
El consejo que da Juan de la Cruz durante estas crisis en la vida es de mucha ayuda. Nos asegura que el amor de Dios está en algún lugar presente en medio de los desechos de la vida, pero que inicialmente no será experimentado como amor. Juan aconseja paciencia, confianza y perseverancia. Esta actividad amorosa de Dios nos libera de los ídolos y restablece la salud de nuestras almas. Los "dioses" se mueren en la noche y el alma necesita pasar por un proceso de sufrimiento. El camino incorrecto sería solucionar o sanar esta condición artificialmente, o negarla totalmente. Juan aconseja enfrentar la condición, entrar en ella con paciencia, y allí donde el corazón esté luchando con más fuerza estar atentos a la llegada del amor. Juan nos invita a una "atención amorosa" en la oscuridad; es tiempo de ser un guardián en la noche. La contemplación es una apertura al amor transformante de Dios, especialmente cuando éste aparece disfrazado.


La intensa experiencia que Juan llama la noche del espíritu es simultáneamente una fuerte experiencia de nuestro pecado, de la finitud de nuestra condición humana, y la siempre emergente trascendencia de Dios. Mientras se está en esta condición las palabras carecen de significado. Juan escribe que es tiempo de "moler el polvo". Todo lo que uno puede hacer es realizar el próximo acto de amor que se presente. En el desierto el peregrino continúa su viaje existencial, apoyado en una verdadera fe bíblica. Juan está convencido que sólo esta fe purificada es el contexto en el que se puede dar una relación con Dios. Como le pasó a Teresa de Lisieux que su pensamiento sobre el cielo se le desvaneció, al peregrino que ya no posee el objeto de su esperanza, se le recuerda que la esperanza es aquello que aún no posee.
Juan Pablo II ha ampliado la imagen de la noche oscura de Juan de la Cruz para incluir los sufrimientos del mundo moderno:
Nuestra época ha conocido tiempos de sufrimiento que nos han hecho comprender mejor esta expresión y darle un cierto carácter colectivo. Nuestra época habla del silencio o de la ausencia de Dios. Ha conocido tantas calamidades, tantos sufrimientos infligidos por las guerras y por la matanzas de tantos seres inocentes. El término noche oscura ahora lo usamos para todo lo de la vida y no sólo para una fase del viaje espiritual. Se recurre a la doctrina del santo como respuesta a este misterio insondable del sufrimiento humano.


Me refiero al mundo específico del sufrimiento. ...Sufrimiento físico, moral, espiritual, como la enfermedad- como las plagas del hambre, la guerra, la injusticia, la soledad, la falta de sentido de la vida, la fragilidad de la existencia humana, el doloroso conocimiento del pecado, la aparente ausencia de Dios- son para el creyente experiencias purificadoras a las que se les puede llamar noche de la fe.
A esta experiencia San Juan de la Cruz le ha dado el nombre simbólico y evocador de noche oscura, y la refiere explícitamente a la inquietante oscuridad del misterio de la fe. Él no intenta darle respuesta al terrible problema del sufrimiento en el orden especulativo; pero a la luz de las Escrituras y de la experiencia descubre algo de la maravillosa transformación que Dios efectúa en la oscuridad, puesto que, "...cómo sabe él tan sabia y hermosamente sacar de los males bienes..." (Cant. B 23: 5). En el análisis final, nos enfrentamos a vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesús en toda su verdad.
Los santos del Carmelo confiaron en el sufrimiento, y con frecuencia expresaron su anhelo de llevar la cruz en su discipulado. Si embargo, este deseo de sufrimiento tiene significado en el contexto de respuesta amorosa a las iniciativas del amor de Dios. El sufrimiento de Jesús en la cruz nació del amor y no del amor al sufrimiento.


Preguntas para reflexionar
¿Cuál ha sido mi experiencia de caminar por el camino oscuro?
¿He dejado otros caminos conocidos para ser conducido por un camino no elegido por mi?
¿Qué fue aquello que más me ayudó?
¿Como procedo cuando el camino no está claro?

Bendiciones!! —

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