Franciscanismo versus degradación humana. LAUDATO SI
Por Betty Zanolli
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra /
la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba. /
Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor…
(“Cántico del hermano Sol”, San Francisco)
El pasado jueves, el Vaticano publicó la Carta Encíclica “Laudato Si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común”, a través de la cual denuncia fuertemente los riesgos que enfrenta el hombre frente al medioambiente, en especial ante el cambio climático y el uso indiscriminado de los organismos genéticamente modificados. Sin embargo, el valor de este documento ecuménico no queda aquí. La mayor trascendencia es que pone nuevamente en la palestra de la reflexión el pensamiento de un pensador revolucionario, fuera de serie, como lo fue san Francisco de Asís, puesto que a pesar de haber ya transcurrido más de 900 años desde que “Il Poverello” divulgara sus escritos, la moral del mundo no ha cambiado y cuando lo ha hecho, ha sido para envilecerse y degradarse aún más. Ahí radica, desde mi perspectiva, lo trascendental de recuperar los postulados franciscanos, porque más allá de que sea el máximo pontífice de la Iglesia Católica quien nos impele a evocar al santo de Asís a través de su Encíclica, la humanidad no puede abandonar y olvidar la obra de personajes como el de este religioso italiano que se adelantó siglos a su tiempo en el campo de la filosofía y del pensamiento humano, sensibilizándonos como nadie lo ha hecho hasta hoy en el respeto total al medio ambiente, a las plantas y a los animales, haciendo de él un pionero fundamental de la ecología mundial y del humanismo en general.
Y es que lo más triste de todo es que hoy nuestro mundo es la cara contraria de aquél con el que soñara san Francisco, en la medida que dominan los valores anti franciscanos: insensibilidad, explotación, despojo, violencia, ambición. Por eso mismo, no es de sorprender que el propio titular del Vaticano sea quien busque recuperar el pensamiento franciscano y éste se erija como una de las grandes luces de esperanza que podrían contribuir a suscitar la reflexión y transformación de la humanidad.
Antes de que transitara a la eternidad, la última composición musical que mi padre realizó estuvo inspirada sobre el texto franciscano del “Cántico al hermano Sol”. Sin duda presentía que su fin terreno estaba cerca. Por nuestra parte, hoy que nos encontramos en una profunda y generalizada crisis, no solo ecológica, económica, social, política, ideológica, sino eminentemente moral, deberíamos tener la conciencia de que ésta difícilmente podrá repuntar mientras no asumamos y revirtamos la debacle en la que el género humano se ha hundido y continúa enfangándose cada día más. Ojalá estemos a tiempo de que la humanidad perciba que de no hacer un alto en el camino y recuperar los valores humanos universales y milenarios que hemos pulverizado y destruido, difícilmente tendremos la oportunidad de heredar, ya no digamos un mundo mejor, sino digno para las nuevas generaciones.
Así, pensar y repensar los valores que el franciscanismo impulsó desde el siglo XII, podría contribuir a revertir no sólo los efectos del cambio climático, sino también la degradación del ser humano que a través de otras corrientes y modelos estructurales como el del neoliberalismo se ha precipitado, pues en la medida que restauremos el sentido de la vida en comunidad y del trabajo, de la humildad y del valor de la austeridad, fomentando el respeto y amor por lo que nos rodea, nos permitiría, más allá de todo credo, recuperar los profundos valores humanos que el hermano de Asís nos legó desde hace casi un milenio a través de su mensaje de paz y de su filosofía de respeto y amor por la humanidad y por lo que nos rodea y de la que hoy estamos cada vez más carentes y ausentes.
Vía El Sol de México
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