No hay alimentos prohibidos

 El Pan Eucarístico. No hay alimentos prohibidos.
Curso que dará argumentos sólidos a quienes no saben responder a objeciones sobre críticas de la fe y de esta manera fortalecer la identidad católica
Autor: P. Paulo Diercks y P. Miguel Jordá | Fuente: Catholic.net

a) El Pan Eucarístico

Queridos hermanos:
Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los hermanos católicos en sus casas.

Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba reunido un grupito de hermanos evangélicos. Se asombraron muchísimo cuando de repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica. Les expliqué que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y luego participar en “la Fracción del Pan” o Santa Misa. Inmediatamente un hermano evangélico me replicó: “¡La Palabra de Dios es el único Pan de vida!” (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la Misa).

Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Este hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.

El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico. 
En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:

- Primero: Jesús es “el Pan de vida”, por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es “el Pan de la Palabra” que hay que creer.

- Segundo: Jesús es “Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: “Tomad y comed, esto es mi Cuerpo” (Lc. 22,19). “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él” (Jn. 6, 55-56).

Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con “el Pan de la Palabra”. Jesús nos invita también a “comer realmente su Cuerpo” como “el Pan Eucarístico”.

Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. La frase: “Esto es mi cuerpo”, para ellos es sólo una expresión figurada.

Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: “Esto es mi cuerpo”, sino: “Esto significa mi cuerpo” (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano “es”, y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.

Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre 
1. El discurso de Jesús sobre “su Cuerpo, Pan de vida” (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: “El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo” (Jn. 6, 51).

Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66). Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida”. (Jn. 6,53).

Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: “¿También ustedes quieren dejarme?” (Jn. 6, 67).
De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día” (Jn. 6,54).

2. La Ultima Cena del Señor: En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.

La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos “la gran acción de gracias” a Dios. Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.

Leemos en el Evangelio de San Lucas: “Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: ´Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía´. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ´Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes´” (Lc. 22, 19-20).

3. La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados. Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:

- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra “Eucaristía” para indicar la Cena del Señor.
- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo”, no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.
Jesús dijo claramente: “Esto es mi cuerpo”. Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.
- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: “Hagan esto en memoria mía” (Lc. 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.
-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: “El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?” (1Cor. 10,16).

Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: “Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes” (1Cor. 11, 26-30).

Consideraciones finales 
Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: “¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...”

Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado.

La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: “Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío”. No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.

En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.

La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.

Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: “Hagan esto en memoria mía”, celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados. No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.

Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:
1. Eucaristía: 
porque es “acción de gracias” a Dios. La palabra griega “eucharistein” (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.

2. Cena del Señor o Banquete del Señor: porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).

3. Fracción del Pan: porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
4. Comunión: porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (comúnunión) (1 Cor. 10, 16-17).

5. Santo Sacrificio: porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).

6. Santa Misa: porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

Antes del Padecimiento
en la noche de la Cena
el Señor con gracia plena
instituyó el Sacramento.
Su Cuerpo y Sangre sustento
eran para el pecador
por eso el Supremo Autor
en la Mesa del altar
nos dio este rico manjar
que es la fineza mayor.




b) No hay alimentos prohibidos

Queridos hermanos:
Muchos preguntan con frecuencia si en verdad, según la Biblia, está prohibido comer o tomar ciertos alimentos. Esta inquietud les nace de conversaciones tenidas con miembros de algunas iglesias de origen protestante, o de ciertas sectas, quienes, con la Biblia en la mano, les han mostrado que no se puede comer cerdo, conejo, ciertos peces y ciertas aves, etc. En esta línea están sobre todo los Adventistas del Séptimo Día, los Testigos de Jehová, los Mormones y otros. Algunos prohíben incluso tomar vino y cualquier licor, café, té, coca-cola, fumar, etc., por motivos de religión, como si la Biblia prohibiera todo eso.

Vamos, pues, a contestar a este punto.
Pero queremos advertir que este tema de los alimentos, por ser uno de los más claros y sencillos de comprender, nos permite entender otra verdad básica en la lectura de la Biblia: La Biblia no fue escrita en un solo día, sino que fue redactada durante un período de casi 2.000 años. Y cuando uno lee con atención este libro sagrado nos damos cuenta de que a través de toda la Biblia hay una gran evolución doctrinal y moral. Es decir, que, en la Biblia, no todo tiene el mismo valor o igual vigencia. Que hay una gran diferencia, aunque se complementen, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Que no se puede leer el Antiguo Testamento en forma parcial y aislada, como si todo en él fuera doctrina eterna. Hay que leer siempre el A.T. a la luz del N.T. Porque Jesucristo, Dios-hombre, es el centro del N.T. y el fin de toda la Biblia. Además, Jesucristo, con su autoridad humano-divina, corrigió y perfeccionó muchas cosas que se leen en el A.T. y anuló y abolió costumbres que para los judíos del A.T. eran prácticas muy importantes. Y entre estas cosas que Jesús abolió está la cuestión de los alimentos.

Prohibición en el A.T. 
Leyendo con atención la Biblia nos damos cuenta de que dentro del mismo A.T. hay diversas tradiciones y costumbres en cuanto a los alimentos.

1. Los textos aparentemente más antiguos hablan de que todos los alimentos son buenos. Que todas las plantas y animales han sido creados buenos y están al servicio del hombre (Lea: Gén. 1, 20-25 y 28-30). Y se dice expresamente: “Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento. Todas las cosas les servirán de alimento, así como las legumbres y las hierbas”. (Gén. 9, 2-3).

Pero enseguida leemos en Gén. 9, 4 que el sagrado escritor prohíbe comer «carne con sangre». (Según muchos biblistas o estudiosos de la Biblia, este versículo (Gén. 9,4) es un agregado posterior, una relectura introducida por la tradición mosaica).

De todas maneras, nadie va a negar que se dio la prohibición de comer ciertos alimentos en el A.T. Esta prohibición de comer ciertos alimentos es una de las características de la religión israelítico-judía.

2. Los textos prohibitivos más famosos, que son los que suelen mostrar nues-tros hermanos con la Biblia en la mano para confundir al católico sencillo, son los siguientes: Levítico 11, 1-23 y su paralelo Deut. 14, 3-21.

Sería largo citarlos aquí. En estos textos se prohíbe comer: camello, conejo, liebre, cerdo y una serie larga de animales acuáticos, aves y bichos alados. (Los llamos son de la familia de los camellos, y también sería pecado comer carne de llamo).

3. Según los mejores biblistas, algunas de esas prohibiciones son muy antiguas, y son costumbres tomadas de otros pueblos, y anteriores a la formación más primitiva del pueblo de Israel. Otras prohibiciones se dieron en Israel con la finalidad de distinguirse y apartarse de los pueblos paganos vecinos y de sus cultos idolátricos.

4. La prohibición de comer carne con sangre es también muy antigua, y ello es porque se creía que la sangre era el alma o donde el alma residía (Lev. 19, 26; 17, 11; Deut. 12, 23). Por lo mismo, se juzgaba también impuro todo animal que no había sido desangrado, y todo alimento que lo tocara (Lev. 11, 34 y 39). Además se prohíbe la grasa de los animales (Lev. 7, 23).

5. También son impuros y prohibidos todos los animales de la casa cuando hay un cadáver en ella. “Esta es la ley para cuando uno muere en casa: Todo el que entre en la casa, y todo lo que esté dentro de ella, será impuro siete días. Y todo envase que no esté cerrado con una tapa atada será impuro”. (Núm. 19, 14-15).

No cabe duda de que hubo muchas personas santas del A.T. que observaban rígidamente todo eso. Algunos preferían morir antes que comer estos alimentos prohibidos. Así lo leemos en el bellísimo relato de 2 Macabeos 6, 18-31. Y es que, según sus creencias, el quebrantar tales normas acerca de las comidas prohibidas, podía interpretarse como una “apostasía” o una “traición a la religión del judaismo”.

Estas prohibiciones sólo se leen en el A.T. y no en el N.T. donde son anuladas radicalmente por Nuestro Señor Jesucristo.

¿Qué nos enseña el N.T. acerca de los alimentos? 
Todas las prohibiciones de comer ciertos alimentos (como el camello, el cer-do, el conejo, etc.) estaban en plena vigencia en el judaísmo dentro del cual nació, vivió y murió Nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo reaccionó Jesús frente a ellas?

1. La actitud renovadora y liberadora de Jesús 
Un día, Jesús llamó a toda la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanme bien: No hay ninguna cosa fuera del hombre que al entrar en él lo pueda hacer pecador o impuro...”. Y como sus mismos discípulos se sorprendieron con tamaña novedad, Jesús añadió enseguida: “¿No comprenden que nada de lo que desde fuera entra en el hombre lo puede hacer impuro porque no entra en su corazón, sino en su estómago y luego se echa afuera?”. Y añade el mismo Jesús: “Lo que sale del hombre, eso es lo que le hace impuro, pues de dentro del corazón salen las malas intenciones, los desórdenes sexuales, los robos, libertinaje, envidia, injuria, orgullo, falta de sentido moral. Todo eso sale de dentro, y eso sí que mancha al hombre” (Mc. 7, 14-23 y Mt. 15, 10-20).

2. La práctica de los primeros cristianos 
Pero los judíos continuaron aferrados a sus leyes y costumbres en esos puntos, e impugnaron duramente a los primeros cristianos convertidos del judaísmo. De tal modo que en las primeras comunidades cristianas de origen judío, fue muy difícil cambiar de criterio respecto a los alimentos. Hasta los mismos apóstoles tuvieron sus resistencias (Hech. 10, 9-16; y 11, 1-18).

Incluso después de declarar, en el concilio de Jerusalén, que no les obligaba la ley de Moisés, ni la circuncisión (Hech. 15, 1-12), tuvieron que hacer algunas concesiones respecto a la costumbre judía de los alimentos, pero sólo para ciertas comunidades aisladas, donde habitaban los judeocristianos. Es que, como señala la misma Biblia, muchos judeocristianos seguían aferrados celosamente a la Ley de Moisés (Hech. 15, 13-19 y 21, 20). ¡Nunca han sido fáciles los cambios!

3. La enseñanza del apóstol Pablo 
Será especialmente San Pablo quien, en la línea liberadora de Jesús, repetirá a los cristianos: “Que nadie los critique por cuestiones de comida o bebida, o a pro-pósito de las fiestas, de novilunios o de los sábados. Todo eso no era sino sombra de lo que había de venir, y ahora la realidad es la persona de Cristo... ¿Por qué se van a sujetar ahora a preceptos como «no tomes esto”, “no gustes eso”, “no toques aquello”?... Tales cosas tienen su apariencia de sabiduría y de piedad, de mortificación y de rigor, pero sin valor alguno...” (Col. 2, 16-17; 20-23).

Y también en su carta a Timoteo, Pablo escribe contra quienes prohibían, entre otras cosas, “el uso de alimentos que Dios creó para que fueran comidos con acción de gracias por los fieles que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno y no se ha de rechazar ningún alimento que se coma con acción de gracias, pues queda santificado por la palabra de Dios y la oración. Si tú enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen ministro de Cristo Jesús” (1Tim. 4, 3-6; 1 Cor. 6, 13 y 8, 7-13).

4. ¿Y qué decir del vino? 
1. En el Antiguo Testamento hay muchos y diversos textos sobre la vid y el vino. Se prohíbe el vino a la familia sacerdotal de Aarón (Lev. 10, 9-11). Tampoco tomaban vino algunos grupos religiosos particulares, como se lee en Jer. 35, 5-7. Pero en general, la vid es símbolo de Israel, y se cantan las bondades del vino tomándolo con moderación (Is. 5, 1-7; Prov. 9, 2-5; Ecl. 31, 25-30; Cant. 5, 1; Sal. 104, 15).

También se usaba el vino en los sacrificios (Ex. 29, 38-40; Núm. 15, 10 ).
2. En el Nuevo Testamento, Jesucristo convierte el agua en vino en las bodas de Caná (Jn. 2, 1-11). Y además Jesús mismo tomó vino (Mt. 11, 19; Lc. 7, 34), y lo presenta como símbolo de la Nueva Alianza (Mt. 9, 17; Jn. 15, 1-6). Luego Jesús celebra con vino la Ultima Cena, convirtiéndolo en su propia Sangre (Lc. 22, 14-20; 1 Cor. 11, 17-27 y textos paralelos ).

3. El apóstol San Pablo le recomienda a Timoteo: “No bebas, pues, agua sola. Toma un poco de vino a causa de tu estómago y de tus frecuentes indisposiciones”. (1Tim. 5, 23). (Otra cosa es emborracharse, que eso sí es un pecado grave contra la dignidad de la persona). (1Tim. 3, 3-8; Tit. 2, 3).

Queridos amigos, está claro que quienes hacen problemas en cuestiones de comida y bebida, aunque lo hagan con la Biblia en la mano, no han leído bien “toda” la Biblia. No han llegado hasta el Nuevo Testamento. Así, hermanos católicos, no les hagan caso cuando los hermanos protestantes u otros enseñen sólo ciertos textos del Antiguo Testamento. No olviden nunca esta regla de oro: En la revelación de Dios hay una evolución. El A. T. es como la sombra del N. T. Jesús mismo vino a perfeccionar la ley antigua. Por tanto hay cosas que, vistas desde ahora, ya quedaron definitivamente atrás, como es el carácter sagrado del sábado y todo lo referente a los alimentos prohibidos.

Una regla de oro para la recta interpretación de la Biblia, lo repetimos una vez más, es no sacar nunca una frase de su contexto. Estamos seguros de que muchos enseñan estas cosas sólo por ignorancia, y a pesar de andar todo el tiempo con el libro de la Biblia en la mano no lo conocen, ignoran el Nuevo Testamento, o tal vez lo hacen con mala voluntad para confundir a los católicos sencillos y conquistarse adeptos. Y este proselitismo barato de ninguna manera puede ser del agrado de Dios.

Queridos amigos, lean una y otra vez estos Temas, consulten las citas bíblicas y verán cómo eso les dará seguridad y como el Señor pondrá en sus labios la respuesta oportuna cuando llamen a la puerta de su casa los representantes de otras religiones.

¿Qué es el Ecumenismo? 
El Ecumenismo es un movimiento dirigido a restaurar la unidad de los cristianos.
¿Quiénes participan en este movimiento ecuménico? 
Participan los que invocan al Dios Uno y Trino y confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador.
¿Como oró Jesús en la Ultima Cena? 
En la Ultima Cena, Jesús oró diciendo: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en tí, para que también ellos sean uno como nosotros y el mundo crea qua tú me has enviado”. (Jn. 17, 21)
¿Cuál es el principio de unidad de los cristianos? 
El principio de unidad es el Espíritu Santo que habita en los creyentes. Sólo El puede realizar esta admirable unión y restaurar la unidad perdida.
¿Qué corresponde, entonces, a los cristianos? 
A los cristianos de las distintas denominaciones corresponde orar a Dios para acelerar la hora de la unión y hacer gestos de buena voluntad que faciliten este re- sin olvidar las palabras de Jesús: “sencillos como palomas pero prudentes como serpientes”.





Cuestionario
A continuación se presenta este cuestionario que puede ser útil para complementar la sesión y el estudio personal. NO SE PUBLICA ESTO EN FOROS

a) El Pan Eucarístico
¿Es Jesús el Pan de Vida?
¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19?
¿Cómo lo interpretamos los católicos?
¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo?
¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida?
¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos?
¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía?
¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión?
¿Está Cristo en medio de nosotros?


b) No hay alimentos prohibidos
¿Cómo hay que leer la Biblia?
¿Podemos aferrarnos a textos aislados del A. T. y aplicarlos al hombre de hoy?
¿Hay entre el A. T. y el N. T. una gran evolución doctrinal y moral?
¿Qué se lee en Gén. 1, 20-25?
¿Son buenas todas las cosas?
¿En qué se basaba la prohibición de ciertos alimentos en el A. T ?
¿Cuál fue la actitud liberadora de Jesús?
¿Qué concesiones hicieron los judíos a los gentiles convertidos desde los primeros siglos?
¿Cuál debe ser nuestra actitud hoy?


Video
Videos relacionados con el tema de esta sesión:
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Diapositivas
Les compartimos estas diapositivas que pueden ayudar mucho a complementar la sesión:
El porqué
¿Qué es la Biblia?
Unidad Cristiana
¿Porqué soy católico?
Salvación Personal
Jerarquía
Bilbia y Tradición
María Madre de DIos
Religiosidad Sacramental
Religiosidad popular

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