¿Existen sectas dentro de la Iglesia?

 

A las 6:15 AM, por José Miguel Arráiz
Categorías : Sectas

Recientemente reproduje un post del blog Agua Viva titulado “Culto a la personalidad y ciega sumisión” . El artículo pretendía ser un llamado a la reflexión para aquellos que militan en movimientos católicos aprobados por la Iglesia, con la finalidad de que mantengan una sana actitud de crítica constructiva.

El artículo también pretendía también combatir un común error difundido entre algunos católicos hoy día, que consiste en descalificar algunos de estos movimientos o asociaciones eclesiales llamándolas “sectas intra-eclesiales” (o lo que es lo mismo “sectas dentro de la Iglesia”). A este respecto se citaron las reflexiones del cardenal Christoph Schönborn, quien explica cual es la posición oficial de la Iglesia respecto.

Luego de la reproducción del artículo, recibí algunas críticas y objeciones de un par de lectores, que afirmaban de forma tajante que si hay sectas dentro de la Iglesia. He querido analizar detalladamente sus argumentos para evaluar la veracidad de los mismos. Pero antes, es preciso clarificar el concepto de secta.

¿Qué es una secta?

Presentar una definición de secta que sea aceptada por todos no es algo simple. Esto, porque un mismo término puede tener diferentes lecturas, inclusive si se le estudia desde el punto de vista religioso o sociológico.

La raíz etimológica del término secta se halla en el verbo latino secare, que significa “cortar, separar, romper con, etc.”. Si nos aproximamos al significado de secta desde el lenguaje religioso tradicional, podemos citar las siguientes definiciones:

“Una secta en el lenguaje religioso tradicional tiene resonancias netamente peyorativas. Por oposición a “Iglesia” “secta” designa un pequeño grupo secesionista que reúne a los discípulos de un maestro herético”
Alain Woodrow, Les nouvelles sectes, Seuil, Paris 1977, 11-12

“En religión se suele distinguir entre secta e Iglesia. La Iglesia es universal, abierta a todos; la secta es sólo de “puros”, los “salvados”. La Iglesia tiene diversos grados de pertenencia: hay fervorosos y no fervorosos. La secta es sólo de iniciados y militantes. La Iglesia acepta ser enriquecida y evolucionar; la secta no. La Iglesia actúa por evangelización y diálogo, la seta por proselitismo. La Iglesia acepta las realidades humanas (política, cultural, sociedad, diversión, etc.); la secta es negativa de las realidades humanas… “
Juan Días Vilar, Las sectas, un desafío a la pastoral, Northeast Hispanic Catholic Center, Nueva York 1987, 23-24

Entre otras definiciones de sectas podemos citar:

“La secta se caracteriza por ser un grupo religioso cerrado que nace por oposición a las Iglesias institucionales establecidas y por oposición al mundo.”
Roger Mehl, Tratado de sociología del protestantismo, Studium, Madrid 1974, 252

Una secta es un grupo de tendencia religiosa y filosófica que une a sus adeptos en torno a un maestro venerado, Intenta actualmente tomar un aspecto para-científico y a menudo terapéutico. Se caracteriza igualmente por un comportamiento elitista, muy particularista y cerrado. Finalmente, manifiesta una intolerancia más o menos marcada y un proselitismo vigoroso que utiliza métodos y procedimientos propagandísticos”
Albert Samuel, Para comprender las religiones en nuestro tiempo, Verbo Divino, Estella 1989, 189

“Las sectas don agrupaciones de carácter voluntario…,con un fuerte sentido de identidad…, que exigen de sus miembros un sometimiento pleno y consciente que, si no llega a eliminar todos los demás compromisos, debe, al menos, situarse por encima de ellos, ya se refieran al Estado, a la tribu, a la clase o al grupo familiar…Se consideran a sí mismas como una élite… como un grupo aparte, arrogándose, sino ya siempre una salvación absolutamente exclusiva, al menos de los mayores bienes. Muestran además cierta inclinación al exclusivismo…El hecho de pertenecer a una secta determinada supone, pues, un distanciamiento, y tal vez una hostilidad frente a otras sectas y grupos religiosos…Expulsan a quienes se muestran indignos de ellas….El autocontrol, la conciencia y la rectitud son importantes características del sectarismo…Recurren a algún principio de autoridad distinto del que es inherente a la tradición ortodoxa…a autoridad defendida por una secta puede ser la supuesta revelación de un líder carismático, puede consistir en una reinterpretación de los escritos sagrados, o bien puede ser la idea de que los verdaderos fieles obtendrán una revelación por sí mismos”
Byan Wilson, Sociología de las sectas religiosas, Guadarrama, Madrid 1970, 26-27

“Las sectas son grupos religiosos, generalmente pequeños, llenos de en entusiasmo, integrados por hombres y mujeres, asociados voluntariamente, tras una conversión, que creen detectar la verdad y la salvación, excluyen radicalmente a los demás, se colocan contra las Iglesias y contra el mundo y obedecen ciegamente a sus fundadores”
J.M. Ganuza, Las sectas nos invaden, Santiago 1990, 14.

“Podríamos sin ningún dogmatismo definir la secta como aquel grupo humano en el que se dan todas y cada una (no sólo algunas) de las siguientes características: organización piramidal, sumisión incondicional al dirigente, sea éste personal o colectivo, anulación de la crítica interna, persecución de objetivos políticos y/o económicos enmascarados bajo una ideología de tipo espiritual, sea religiosa o filosófica; instrumentación de los adeptos para fines propios de la secta; ausencia de control o fiscalización de la secta por cuenta de otro poder religoso o filosófico”
Cesar Vidal, El infierno de las sectas, Mensajero, Bilbao 1989, 12

“Las secta destructivas son organizaciones pseudo-religiosas, pseudo-filosóficas o pseudo-culturales, de estructura piramidal y totalitaria, que se dedican a la captación de adeptos para explotarlos mediante falsas promesas y técnicas de coerción psicológica, siempre en provecho del afán de poder y de lucro de sus líderes”
Texto de André Dénaux, citado por Pilar Salarrullana, Las sectas, o.c. ,53

“Consideramos como sectas destructivas a todo grupo que se ajusta a los siguientes puntos:
1. Grupo cohesionado por una doctrina (religiosa o socio-religiosa) demagógica y encabezado por un líder carismático que es la divinidad misma o un elegido por ella, o bien un poseedor de la “verdad absoluta” en cualquier ámbito social.
2. Estructura teocrática, vertical y totalitaria, en donde la palabra de los dirigentes es dogma de fe. Los líderes intervienen hasta en los detalles más íntimos y personales de sus adeptos y exigen que sus órdenes sean ejecutadas sin la menor crítica.
3. Exigen adhesión total al grupo y obligan (bajo presión psicológica) a romper con todos los lazos sociales anteriores con la entrada al cultoL padres, pareja, amigos, trabajo, estudios, etc.
4. Viven en comunidades cerradas o en total dependencia del grupo.
5. Suprimen las libertades individuales y el derecho a la intimidad.
6. Controlan la información que llega hasta sus adeptos, manipulándola a su conveniencia.
7. Utilizan sofisticadas técnicas neurofisiológicas –enmascaradas bajo la “meditación” o el “renacimiento espiritual” de los adeptos, causándoles en muchos casos lesiones psíquicas graves.
8. Propugnan un rechazo total a la sociedad y a sus instituciones. Fuera del culto, todos somos enemigos (polarización entre el bien-secta y el mal-sociedad), la sociedad es basura y las personas que viven en ella solo interesan en la medida que puedan servir al grupo.
9. Sus actividades primordiales son el proselitismo (conseguir nuevos adeptos) y la recolección de dinero (cuestaciones callejeras, cursos, actividades comerciales e industriales e incluso claramente delictivas). En caso de las sectas multinacionales, el dinero es enviado en buena parte a las centrales de cada grupo.
10. Bajo coacción psicológica, obtienen la entrega del patrimonio personal de los nuevos adeptos a la secta o de grandes sumas de dinero en concepto de “cursillos” o “auditorías”. Los miembros que trabajan en el exterior del grupo entregan todo o gran parte de su salario a la secta. Y los que trabajan en empresas de culto no cobran salarios (las nóminas de esas empresas sólo son una cobertura ilegal, ya que nunca se hacen efectivas –o devuelven dinero- para sus miembros –mano de obra)”
P. Rodriguez, Esclavos de un mesías. Elfos, Barcelona 1984,25-26

Estas y otras definiciones pueden ser encontradas en el libro Para conocer las sectas, de Juan Bosch.

Una vez visto el concepto de secta, es conveniente analizar las objeciones recibidas una por una:

Objeción #1: No hay que hacer caso a lo que diga el Cardenal Schönborn porque es un “tonto útil”

Aunque parezca difícil de creer, esta fue una de las objeciones recibidas.

“Si este Papa no venía a poner orden, la situación era peligrosísima, por culpa de tontos útiles como este cardenal, uno de los pilares de la confusión actual en la Iglesia, que tuvo el tupé de protestar contra la designación de un obispo en Austria por parte del Santo Padre, y que le llevó como buen tonto útil un petitorio de laicos católicos para casar sacerdotes.”
Luis

Por su puesto, estas no fueron las únicas críticas que se hicieron al cardenal, al punto que tuve que detenerlas porque si no se iba a cuestionar hasta la forma que acostumbraba peinarse el cabello.

Es importante aclarar, que el Cardenal no habla aquí a cuenta propia, sino a nombre de la Iglesia, porque esta es la posición oficial de la Iglesia al respecto, sin embargo, se le intenta criticar por protestar contra la designación de un obispo e incluso por ser intermediario de una petición de laicos para casar sacerdotes para restarle credibilidad a sus argumentos.

Este tipo de recursos en donde se intenta descalificar personalmente a un adversario, en lugar de refutar sus afirmaciones se denomina “falacia ad-hominen” que tiene la siguiente estructura:

1. A afirma B;
2. Hay algo cuestionable acerca de A,
3. Por tanto, B es falso.

Lo cierto es que nada tiene que ver una cosa con la otra. Imaginemos que el Cadenal Schönborn se convierte en el más ardiente defensor de la abolición del celibato sacerdotal para el rito latino (una cuestión disciplinaria y no dogmatica) ¿Hace menos validos o ciertos los argumentos presentados en ese texto? Vayamos más lejos: Imaginemos que abraza el protestantismo y se hace más anticatólico que el propio Martín Lutero, ¿Le quita la razón sobre lo que allí dijera?

Al mismo tiempo que se intenta descalificar con un recurso ad-hominen al Cadenal Schönborn, se intenta restar credibilidad a cualquier persona que sustente sus argumentos en base a lo esté expone, alegando que utiliza la falacia de autoridad (Argumentum ad verecundiam). Esta falacia consiste en tratar de justificar un argumento en base a la autoridad de quien la sostiene. Sin embargo, hay que repetir nuevamente que el Cardenal está hablando a nombre de la Iglesia, por lo que aunque no sea esta una cuestión dogmatica, lo que enseña es digno de crédito.

Objeción #2: La Escritura establece que surgirían herejes dentro del seno de la Iglesia, lo que prueba que podrían haber sectas intra-eclesiales”

Uno de los argumentos que se presentaron como “evidencia” de que pueden existir sectas intra-eclesiales, fue el texto bíblico siguiente, en el cual se pretende inferir, que dado que estaba profetizado que surgirían herejes dentro de la Iglesia, eso prueba de modo alguno que también sectas:

“Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado. Traficarán con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenación no está ociosa, ni su perdición dormida” 2 Pedro 2,1-3

Se mencionó también el ejemplo de la secta de los nicolaítas, mencionada en apocalipsis 6,2, la cual fue una secta cuya fundación se atribuye a un diácono de nombre Nicolás (mencionado en Hechos 6,5).

Respeto al texto de la epístola de Pedro, basta decir que dicho texto habla del surgimiento de herejes del interior de la Iglesia, no de movimientos eclesiales previamente examinados y aprobados por la Iglesia (son cosas distintas).

Es importante notar también que los herejes a los que se refiere la epístola fallan en su ortodoxia (introduciendo herejías) y a raíz de sus desvíos doctrinales sufrieron desvíos en su praxis. Esto difícilmente puede sostenerse de movimientos eclesiales católicos cuando se han mantenido fieles y firmes a la doctrina católica.

El ejemplo de los nicolaítas tampoco es aplicable por las siguientes razones:

Primero, porque poco se sabe de los nicolaítas, y aunque San Hipólito afirma que el fundador de la herejía es el diácono Nicolás (Philosph., VII, XXVI), San Clemente de Alejandría exonera a Nicolás (Stromata III.4), y atribuye la doctrina de la promiscuidad, que la secta reclama que derivó de él, a una distorsión maliciosa de palabras inofensivas en sí mismas.

Segundo, porque si suponemos sin conceder que fue un miembro de la Iglesia quien fundó y originó la secta, eso no probaría con que la secta contaba con aprobación eclesiástica. Ocurre más bien todo lo contrario, ya que en el apocalipsis se habla duramente de varias iglesias, pero a los nicolaítas nunca se les considera como miembros de Ella, sino que se les califica explícitamente de secta, y se hace referencia a su heterodoxia.

No sería ninguna novedad que alguien que fue alguna vez miembro de la Iglesia terminara fundando su propia secta apartada de la Iglesia, como Tertuliano, que luego de abrazar el montanismo termino fundando la secta de los tertulianitas, pero se sabe que estos no contaban con la aprobación eclesiástica.

Esto no quiere decir que no pueda alguna asociación religiosa desviarse e incluso institucionalizar practicas desviadas e inclusive de carácter sectario, cosa que se analizará a continuación.

Objeción #3: Que una asociación eclesial tenga la aprobación de la Iglesia, no la hace inmune a desviaciones y fallos”

Se argumentó que si bien una asociación eclesial puede obtener la aprobación eclesial hoy, eso no garantiza de modo alguno que esta no vaya a caer en prácticas malsanas el día de mañana. Se comentó también que el mismo proceso en el cual se autoriza algún movimiento puede estar viciado.

En eso estamos completamente de acuerdo. Curiosamente quienes han leído el artículo inicial han interpretado que eso es lo que se quiso decir, o por lo menos, así lo expresan con comentarios como estos:

“Según su predicación se deduce que (1)La aprobación regular eclesiástica de un grupo intra-eclesial es infalible (2)verbigracia, no existen las sectas intra-eclesiales.“
Piero

“No hay autoridad que garantice la conducta, práctica o doctrina de un grupo o individuo, ni hay figura canónica que respalde el disparate presentado en este escrito”
Luis

Pero si se hace una revisión detallada del artículo y las reflexiones del cardenal Schönborn se ve que este no pretende afirmar que la aprobación eclesiástica es una especie de garantía infalible en contra de los fallos que pueda tener en el futuro alguna asociación eclesial, sino que por el contrario reconoce que pueden ocurrir fallos dentro de la misma:

“Según la legislación de la Iglesia, los fieles tienen derecho a fundar asociaciones. Corresponde a los obispos y a la Santa Sede el deber de examinar las nuevas comunidades y los nuevos movimientos -con lenguaje paulino, se habla también de nuevos carismas- y, si es el caso, reconocer su autenticidad. La autoridad eclesiástica debe promover y sostener lo que el Espíritu suscita en la Iglesia. También debe intervenir y corregir, si se producen errores o desviaciones en la doctrina o en la praxis. Aquí radica la gran diferencia con una secta, la cual no tiene y no reconoce una autoridad exterior, mientras que los grupos eclesiales se someten consciente y libremente a la autoridad de la Iglesia, siempre dispuestos a aceptar las correcciones que pueda hacerles. Y esta verdad se puede confirmar con numerosos ejemplos concretos”
Reflexiones del Cardenal Schönborn

Este texto es muy clarificador, por lo siguiente:

En primer lugar, derrumba el argumento anterior, porque el Cardenal no solo no niega que puedan ocurrir desviaciones en dichas asociaciones tanto en la doctrina como en la praxis, sino que acepta dicha posibilidad.

En segundo, porque marca una distinción fundamental entre una secta y un movimiento católico legitimo: Y es que mientras las sectas no reconocen una autoridad exterior, los grupos eclesiales si, y no solo se someten consciente y libremente a la autoridad de la Iglesia, sino que aceptan las correcciones que estas les puedan hacer. No puede calificarse de secta a una asociación católica que no está cerrada a la autoridad de la Iglesia, sino que admite libremente su intervención en sí misma. Los conceptos presentados previamente así lo confirman.

Objeción #4: Los fallos humanos de los miembros de una asociación eclesial, o inclusive de quienes la dirigen la convierten en una secta”

Se ha objetado también que como prueba de que algunas asociaciones eclesiales son sectas, el hecho de que hayan tenido un fundador o dirigente cuya vida ha revelado serios y graves fallos morales.

Este argumento falla porque busca relacionar dos hechos independientes uno del otro, que son, los fallos humanos del fundador y las características sectarias que pueda tener el organismo que dirige. Ejemplo más claro a este respecto no puede ser sino la misma historia de la Iglesia Católica, en donde si bien hemos tenido Papas muy santos, no han faltado aquellos que no han sido ni de cerca modelo de santidad, pero eso convierte a la Iglesia en una secta.

Se han citado algunos casos donde fundadores de asociaciones eclesiales han caído en graves faltas morales, incluso llevando una doble vida secreta, pero inclusive en estos casos, la inmensa mayoría de los miembros de estos movimientos eran completamente ignorantes de estos hechos, y las enseñanzas que recibían de sus dirigentes eran ortodoxas. (Se puede afirmar aquí, que estas personas generalmente fallaban en la praxis (practica) y no en la ortodoxia (recta doctrina) (Mateo 23,3).

Surgen aquí varias preguntas con las que se puede concluir el presente artículo:

¿Puede una asociación eclesial aprobada por la Iglesia convertirse en secta?

Si, en el momento en que esta se aislé a tal punto que termine rechazando toda injerencia y reformas que la Iglesia intente hacer sobre las mismas.

Es importante entender esto último, ya que aunque un asociación eclesial aprobada pueda adoptar y en algunos casos inclusive institucionalizar algunas prácticas sectarias, esto no la convierte en una secta. Solo cuando esta rechace a la autoridad de la Iglesia y adquiera todas y cada una de las características correspondientes a los conceptos de secta mencionados en la primera parte, produciendose una desaprobación de parte de la Iglesia, puede decirse que es una secta.

¿Podemos etiquetar una asociación católica aprobada eclesiásticamente como secta?

No. Hay que recordar que la aprobación de la Iglesia estando vigente, solo la Iglesia la puede revocar. Solo Ella luego de un cuidadoso examen puede dictaminar si una asociación eclesial se ha convertido en una secta y sancionarla como corresponde. El riesgo de hacerlo nosotros, que no contamos con todos los elementos ni la autoridad para hacerlo, es caer en juicio temerario y inclusive en pecado de calumnia, afectando la reputación del organismo y de los miembros.

Pecan también contra la caridad y la dignidad de la asociación eclesial en cuestión, así como la de todos los miembros que pertenecen a ella. Tachar una asociación eclesial de secta es tachar a todos sus miembros incluyendo clérigos y laicos de sectarios.

Los católicos si podemos y debemos tener una sana actitud de crítica constructiva, incluso podemos denunciar comportamientos y prácticas que consideramos sectarias, sin etiquetar al organismo en sí de secta.

Quienes se apresuran a tachar a una asociación eclesial de secta, no obran conforme al principio de que alguien es “inocente hasta que se demuestre lo contrario” , sino que asumen su culpabilidad hasta que se demuestre su inocencia. Cometen el error de señalar personas y organismos, en vez de actitudes y errores de los mismos, y se exponen a sí mismos a la auto-descalificación si luego de una visita apostólica la aprobación de dicho organismo es renovada.

Conclusión

Ni corresponde a los católicos descalificara y denigrar un movimiento católico calificándolo como secta. Inclusive aquellos que en algunas circunstancia han adoptado practicas sectarias pueden ser calificados como sectas, porque no cumplen con las características esenciales de las mismas.

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